Lluvia absenta que moja las costillas erosionadas
Señalando el camino de la inexorable cruz
Se muestran en su jardín, desnudas
Ante la pulcritud de una mirada plomiza
De la vida escondida en el gris del Otoño
Piel marchita que duele
Ajena al odio que la habita
Empapada en la verdad escurridiza
Débil piel absorbiendo su goteo
Símbolo de una agotada vida
Frescura de inútil recuerdo
Piel marchita oculta del brillo de Orión
En su sangre, rozando
sus secretos
Piel hueca que ya no es roca
Hecha caliza
Y el huracán ahora es brisa
Esperando derramarse en el borde de la cornisa
Escondiendo en el yugo su final
Viaja aleteando sobre el perfume evaporado
Cuerpo mojado por el paso del tiempo derramado
Sin encontrar otra mirada
De la lluvia que aproxima el exilio de colores mutilados
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