09 diciembre 2018

El mundo de los sueños

9 Diciembre 2018

 La noche se hace de cristal. Y el día es duro acero. Recuérdame entre aromas de terciopelo. Esos nudos que solo separa el tiempo. Donde el diablo se alimenta de los resquicios de nuestra tormenta. 
El sueño aturde la conciencia, regresa cogido de la mano del demonio,
disfrazado de tutus y zapatillas de ballet, desnudando mis ojos de viento y cólera.
Se hace la oscuridad en los angostos pasillos de la niebla, viaje que cercena la angustia,
impresa en los libros de mi vida anónima.
Supuran visiones en los ojos de mis fantasmas vigilantes. Tuercen su gesto a mi paso.
Son rostros desconocidos, alejados de las calles de nuestro día. Emborrachados de Éter.
No rozo el mundo, sibilino el aire que respira mi aliento. La materia se aleja en mi pensamiento. Desbrozo el brumoso horizonte que ya penetra en mi cuerpo sin piel.
Arden mi uñas por arañar el eternal velo. Traslúcido en los cielos que no vemos. Claves que brotan en días que crujen como noches.
Ella me mira con sus ojos de blanca ceremonia. Circe, escondida entre pétalos del cristalino lago de la verdad. Suave en la tormenta, me erige en León. Es mi dulce alcoba.
Ánfora que derrama círculos a Dios. Reina de todos los sabores. Me hace su fuerza.
Ya no siento el vuelo en sus alas. El ángel, tan maldito como yo, se esconde en su palacio de luz. Guarda el veneno de la muerte. Hizo el vino del azúcar. Transformando la sobriedad en licor.
Saltan las imágenes de un mundo a otro, escenas peregrinas, desprotegidas de aromas. Rodeadas de ligeras lágrimas, prisioneras del sudario de nuestro más allá. Ausentes,  hasta hacerse inexistentes. Siempre es noche.
Solo vive un color. Resiste impregnado en una gota. El Universo concentrado en una nota. Única.
Gorgojean las rocas en el fino temblor de mis neuronas. Reverbera su sonido en almas sin boca. ¡Escucha, que nada hay más hermoso que su música!
Me alejo del vacío cementero de sentimientos. El muerto se hace vivo:
Santos y diablos exhalando de la misma roca. Granos de miseria rodeados del halo dichoso.
¡Oh madre! es el único lugar donde existe el Siempre. Y los monstruos se tocan con el tenue silencio. Y el pecado…..es no verlos.
Resucito en el nuevo día. En su duro acero.


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