Sujetado por la mano de lo extraño pierdes tu voz en mi
frontera, desgarrada por las sombras. Aquellas que persiguen el verso en la
luz. Demonios cruzando el puente a tu vera.
Sangra tu voz, decapitada en el hueco donde adornan las
palabras y muerde el pensamiento. Garganta trémula y seca afilando el frío rocío.
Vislumbras herida mi mundo cercado de niebla, mi río
dejándose abrigar por la eterna lluvia. Tapado de armonía. Allí descanso,
volteado por melosas golondrinas. Y como ellas, transporto el ocaso en mis
vuelos. Muero en la oscuridad de cada día. Ansío encontrar tu voz en sus alas.
Batiendo su ternura entre la espídica melodía.
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