Diario que recoge los sentimientos que habitan el sombrío paraíso. La exploración de los sonidos del alma.No te asustes si te atrapa su oscuridad. En la inmensidad del bosque hallarás su luz.
Ellas esconden, pálidas, las formas del deseo
Encerraré mi alma en su extraviada aventura
Amores sueltos,
confundidos entre las hojas caídas sobre el olvidado camino
El camaleón las duerme en su metamorfosis
¡Pisotéame con tu oscura losa de diamante! El olvido lo acaricia todo
¿Y si el alma fuera danza? En su volátil movimiento, las astillas nos
hablan con su dolor. A solas nos habla con dolor
Me calma su brillo, la nieve siempre calienta los dichosos recuerdos
T
La flor secó en el calor del camino
Siento las entrañas del abismo
bramando en su interior el sonido del vacío
Mi luna se muestra hoy tan oscura como la noche
Siembra en mis ojos su oscuridad
Sus finos filamentos lloran y me atraviesan
y voltean a mis dioses, hoy son de piedra
Vuelvo a ser un niño
Ese niño que calla
Que solo escucha el crujir de sus costillas
Mis miserias
Transitan como dolorosas avispas en mi pensamiento
Como el tintineo de las velas en mi cementerio divagan
Mece su llama la fuerza de un suspiro
Y a veces, semejan un huracán enfurecido
Mis miserias
Pertenecen a todas mis lunas
a todos mis cielos
son todas sus noches
Desconsoladas, felizmente pálidas
me arrastran en la escarbada vereda hasta mis sordos
sentimientos
Me envuelven, me rozan, me ahogan en el exhalo de la cruel
pena
Bocanada de miel herida. Rueda de un círculo hecho
piedra
Sois mañanas que oscurecen mis demonios
Sujetado por la mano de lo extraño pierdes tu voz en mi
frontera, desgarrada por las sombras. Aquellas que persiguen el verso en la
luz. Demonios cruzando el puente a tu vera.
Sangra tu voz, decapitada en el hueco donde adornan las
palabras y muerde el pensamiento. Garganta trémula y seca afilando el frío rocío.
Vislumbras herida mi mundo cercado de niebla, mi río
dejándose abrigar por la eterna lluvia. Tapado de armonía. Allí descanso,
volteado por melosas golondrinas. Y como ellas, transporto el ocaso en mis
vuelos. Muero en la oscuridad de cada día. Ansío encontrar tu voz en sus alas.
Batiendo su ternura entre la espídica melodía.
Solo tú
en los días de angosto fruto
creías ver una luna negra
Brama tu sed en mi cama
Punta de odio
Clava tu celo en la montaña
En su humo de cráter
Eres ceniza del tiempo
Y fuiste...
mi lobo saciando hambre de mi carne bendita T
Enormes espejismos Buscarás en sus delirios brotes de extinguidas perlas Solo son miserias Tu viento aturde todos tus restos Encumbras los daños que sufren
Soy tu miseria
Me hago lejano
Mas allá de lo que no existe
Vuelvo a tener frío entre tus hermosas manos temblorosas
Me asustan las invisibles manos que me agarran surgiendo de
un frío lago de ojos que no hablan.
Su espeso sofoco me invita a bailar desmemoriado sobre el
brillante mármol del suicidio. No siento el calor de sus erizadas manchas. Su
viscosidad se esconde en el rincón más
lejano de la noche más oscura. Mirando al vacío. Leyendo en frágiles líneas que
mueren agotadas bajo mis pestañas.
El misterio se encarna en mis escalofríos mordiendo por no
encontraros entre sus sábanas negras. Espíritus habitando en los sollozos de mis
laberintos. Velando mis colmenas.
Si me vierto, digo que no existo
Si desisto, no encontraré el acierto
Vaga luz que rompe al clavel en el túnel
Foco que danza en láminas de azufre
Bajo la mirada del terco reloj permanezco
Inmóvil, me paro, desfallezco
Si despierto, encontrarte espero en mi desierto
Escondida entre la forma de la mentira, fresca como las flores
en mi noche, mi lengua bramando entre cien olores.
He despertado del Inmenso Fin, en tu mano gélida. Sinuoso, me
acerco, envuelto en tu bruma, hacia tu pensamiento, y no me ves. Me apodero de
tu mundana vida: transformo su fino cristal en homo. Un solo día. Mi inocente
crisálida.
Poseo el don que intimida; un rey de alas verdes, de Norte a
Sur, batiéndolas entre góndolas de vuelta e ida.
Crédulos, en las idiotas llanuras me esperáis. Sobre su asqueado
día os dibujo el sombrío paraíso. Esqueletos desnudos de alma sustentándome en su
friso.
Se aleja, dueño, el sueño, reptando sobre hojas muertas.
Abriendo la puerta al terror. Abrídmelas a mi, en sonido blanco de estertores, soy
su extenso Señor.
Ciego permanecerá tu Dios en la alcoba, extendiendo su hedor
en la cruz de plata.
Escuchas una sola voz, mi voz, en las calles planas de la
soledad. Tocad mi única mano. La mano amarga, guiando sobre la espesa tentación.
Te expondré mi roja belleza, arañada en la sangre que huye. Miedo insertado en
el canto que destruye.
Sufre en mi frente el fino sabor de lo amargo. Sufrís al no
ver el amor débil en mis ojos temblar. Selva
en la sombra de los huecos salvajes.
Elegid la marca en vuestra pulsera, círculo en vuestros ojos.
¡Odiadme! Si, mi odio resiste en toda mi piel de serpiente.